¿Libertad y apertura de comercio?

(Publicado en Artículos el 26 de marzo, 2006)

Era Twain quien escribía sobre los tres tipos de mentiras, a saber, las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Las últimas, que deberían ser las más precisas, son también las más injustas. Por ejemplo, si mi vecino tiene seis carros y yo no tengo ninguno, las estadísticas dirán al mundo que tanto él como yo tenemos tres carros.

DineroMenciono lo anterior en referencia al artículo de Francisco Enríquez Cabistán, publicado el domingo pasado en esta misma página (Opinión de El Nuevo Diario, periódico nicaragüense). Respeto su opinión, porque ante todo es la opinión de un compañero de vieja data, pero en esta ocasión no podré ser tan heroico como Voltaire y “hacer todo lo posible para que el mundo escuche su opinión”. Prefiero ofrecer con humildad mis comentarios, mismos que el lector podrá compartir conmigo o simplemente rechazarlos, como yo hago con “Sobre la libertad y apertura de comercio” de Cabistán.

Desde la primera línea de dicho artículo hay una percepción deficiente. Sorprende que Cabistán afirme que “el Nafta suavizó (la crisis mexicana) tanto por el mayor comercio como por la fuerte ayuda financiera otorgada por los Estados Unidos”. Para el caso del Nafta podemos citar a favor incontables opúsculos y joyas de autores con nombres que ni siquiera podemos pronunciar, pero a mí me basta un comentario, el del propio Mr. Fox, quien al ver el infierno que Pedro Páramo conoció en Comala, y creciente ahora en la frontera méxico-gringa gracias al TLC, justificó con pávida arrogancia que se trataba de “zonas de pobreza inevitable”.

Los nicaragüenses (y latinoamericanos) no miramos con recelo la apertura comercial por simple capricho, ni nos arrinconamos en la esquina de la incertidumbre porque queremos. De hecho, la apertura comercial ha resultado ventajosa en la Unión Europea, así como en algunos países que hace poco formaron el llamado Milagro Asiático (sumada ahora China Popular). Pero –favor no reírse- Latinoamérica no es Europa, no tiene historial de milagros económicos y ni siquiera sabe decir “hola” en mandarín. No tenemos la solidez económica ni la mentalidad política del viejo continente, ni la producción y capacidades de los chinitos.

Además, hay una omisión de que en Europa (el caso al que Cabistán recurre frecuentemente en sus artículos), el proceso de “unión” ha sido bajo un concepto horizontal y comunitario, prevaleciendo esquemas de carácter social en la economía misma, que permite una política de redistribución socioeconómica. Entre los distintos grados de relaciones económicas internacionales, no podemos obviar que la apertura comercial de un área de libre comercio como la centroamericana y, una unión económica como la europea, son dos realidades lejanas.

Otro punto cautivante propuesto en el artículo es que la apertura comercial es igual a apertura política (cito: “…consecuente contacto que éstos provocan pueden directa e indirectamente promover las libertades civiles y políticas”; “El comercio puede influir sobre el sistema político directamente”). Aquí la realidad le da nalgadas a la teoría. Estados Unidos, el caso más representativo por cercanía y circunstancias actuales, prueba todo lo contrario. En competencia de tigre contra burro amarrado, nuestro Cafta desde la negociación ya estaba balanceado hacia la nación del Norte, y no Sorpresaera por las “libertades civiles y políticas” que los usamericanos seguramente exportan a granel. China, otro ejemplo, goza de una apertura comercial cuyos beneficios han puesto a temblar a los EE.UU., pero el Dragón Rojo aún no goza de una completa apertura política. Es decir, es claro que apertura comercial y apertura política no son amantes ni están juntas todo el tiempo, quizás de cuando en cuando caminan por algunos parques tomadas de la mano para, en las bancas más recónditas, darse un piquito, pero no más.

Cito: “(…) para que las relaciones sean beneficiosas los contactos deben ser entre los ciudadanos en un marco de desregulación al interior de los países y no entre los gobernantes.” La afirmación de Cabistán es inconclusa; omite que la desregulación debe venir precisamente en relaciones Estado-Estado, y de ahí los Tratados de Libre Comercio y todo este rollo del que estamos hablando, pues los TLC no son firmados entre empresas-empresas. En mi cuantiosa ignorancia, me parece advertir un aparente laberinto de ideas en las que Cabistán omite, mezcla, invierte conceptos de comercio internacional con conceptos de derecho de integración y derecho constitucional, y donde muchos conceptos fueron propuestos en distintos husos horarios y distintas épocas (p.e., el concepto de progreso se utilizó en los años 40-50-60; mientras que el concepto de desarrollo se inicia en los 70-80-90). O bien, hay un ir y venir de la acera del derecho público a la acera del derecho privado. En palabras de nuestro amigo en común, Lic. Ofilio Mayorga Roa, el mercado es el hijo mayor del Estado, y no puede haber relación empresa-empresa sin que antes el Estado suelte el nudo.

Ya terminando, una última observación. Es cierto que “el desarrollo económico (…) aumenta las expectativas de que el cambio y el progreso sean posibles”, pero no es un axioma validado que “el progreso material palpable puede sacarle el impulso a movimientos políticos radicales que se alimentan de la frustración y la desesperanza, y aumenta la tolerancia hacia las minorías étnicas y de grupos políticos”. Estados Unidos, un país multimillonario, es también el más radical, políticamente hablando. Y su desarrollo económico no resultó en tolerancia política hacia Afganistán (bombardeado), Iraq (invadido y en donde ahora shiítas, sunníes y kurdos se matan entre sí gracias a los malabares y desaciertos de EE.UU.), Irán (amenazado, y a quién hasta el momento no han logrado demostrar que posee los centrifugadores necesarios para enriquecer el uranio a intenciones bélicas) y muchos tantos países.

Esa misma intolerancia, pero en ámbitos más “diplomáticos”, se notó en la negociación del Cafta. EE.UU. no renunció a los famosos subsidios, y la supuesta ayuda que “inyectará” la apertura comercial con ellos irá directamente al mismo lugar donde desembocaron los 50 mil millones de dólares destinados por EE.UU., “solidaria y compasivamente” a la reconstrucción de Iraq: compañías usamericanas (BBC del 03/15/06; clic para ver, en inglés). El Cafta no funcionará para todos, por que no fue consensuado y fue impuesto. Se beneficiarán muy pocos, la mayoría will only speak english. Es decir, el tratado de apertura comercial nació cerrado. Punto.

Bibliografía sobre el tema hay de sobra, pero los autores de la mayoría de esos libros escriben tranquilos desde un escritorio mientras, al otro lado de sus ventanas cerradas (el aire acondicionado es caro), la gente muere de hambre por culpa de falsas ilusiones. Urge que el lector y nuestros pueblos sepan valorar la teoría a la luz de la realidad, y no lo contrario. Ya hemos tenido demasiados opinadores profesionales que cometen ese error. Leamos a los doctos, veamos las noticias, pero también respiremos el smog de la calle. Caminemos por la selva urbana que es Managua, Nicaragua, Centroamérica, Latinoamérica, y entonces, no habrá dudas y no se necesitará contraargumentar la opinión de un compañero.

Mientras, ellas seguirán apareciendo en muchos artículos de opinión. Las Mentiras. Las Malditas mentiras. Las Estadísticas.

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© Ulises Juárez Polanco v4 | JP, MD, y UJP | 2,525,907 visitas desde 21/09/2011
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