El Frente: desde abajo, ¿para siempre? (Después del Congreso de Matagalpa)
"El poder no corrompe a las personas, las personas
corrompen al poder." W. Gaddis
Señores, sé que debí equivocarme en algún giro, de lo contrario no tendría la mandíbula casi rozando el piso – llena de aturdimiento y estupefacción – y no estaría escribiendo este artículo. Alguien déme un mapa, por favor.
Hace tan poco como dos meses nos debatíamos entre dos posibilidades: ¿recibiría Herty Lewites el voto de confianza del Frente para la presidencia de la República, o los rojinegros apostarían nuevamente por Daniel Ortega, sin importar su carga de tres derrotas consecutivas? Yo era de los miles que metíamos las manos al fuego por la primera opción. Después de todo, las encuestas, entrevistas, análisis y la lógica propia de un niño de cuatro años indicaban que lo sensato, lo cuerdo, lo necesario, si el Frente quería ganar, se llamaba Herty Lewites Rodríguez. Eso: si el Frente quería ganar. Pero es lógico que no es así. El Frente – me duele decir esto – no quiere ganar.
De querer ganar, no hubiera sido necesaria esa novela política estelarizada por el anillo de acero orteguista, al que no le bastó inhibir a Lewites sino que, rozando lo absurdo, le recetaron una “baja deshonrosa” junto a Víctor Hugo Tinoco. Y podemos apostar que Modesto, Tirado, Carrión, junto a Cardenal, Belli, Ramírez y todos los disidentes también seguirían el mismo camino si se entrometiesen un poquito más, aunque muchos ya no estén en el partido. Uff. Totalmente absurda la situación. Y ahora, el clímax del culebrón rojinegro: El Congreso Sandinista de Matagalpa ha “decidido” que el candidato presidencial oficial será (redoble de suspenso… tururún) Daniel Ortega Saavedra. ¿Qué imagen le da esto al Frente? ¿Positiva o negativa?
¿Cómo pudieron pasar tantas cosas en tan poco tiempo? Sólo dios, digo, DOS, puede saber. Que Daniel nos cuente qué maquinaciones mentales ha elucubrado últimamente no es importante, no. Lo importante es cuestionarnos si un partido político que no ha practicado la democracia a lo interno puede ser creíble a nivel nacional cuando mencione la palabra “democracia”. Si desde hace varios años se viene haciendo palpable la crisis de los partidos políticos, la situación actual no es la excepción. Tanto el Frente como el PLC y demás partidos políticos sufren de una desconfianza galopante, y la credibilidad y legitimidad han ido a pique. Mientras éstos convulsionan, la población continúa como rehén de ellos, porque las preocupaciones políticas no van en la misma calle que las necesidades sociales del pueblo.
El Frente debería ser la luz en estas oscuridades. Su proyecto histórico sigue tan vigente como en sus inicios, pero sus prácticas caen más en el discurso demagógico vacío e insípido que en una propuesta estructurada y bien razonada. Si durante la década de los ochentas el reto del FSLN fue democratizar la Revolución (acción que a finales de la década se volvió casi imposible por factores endo-exógenos), en el 2005 el desafío del Frente debería ser revolucionar la democracia actual.
Desafortunadamente, al no permitir elecciones internas, el FSLN se ha ido en la otra dirección. Y la crítica se aplica al otro partido fuerte, el PLC, en donde todo hace apuntar que el candidato presidencial será escogido por Convencionales y no por las bases. Que el pueblo vote por el candidato que dos o tres han impuesto, no es democracia ni aquí ni en la Cochinchina.
En este trajín, el avance de la izquierda democrática latinoamericana ha surtido un efecto hipnotizador. El danielismo lo mira así: si ganamos (como está sucediendo en toda Hispanoamérica), será con nuestro gallo; si perdemos, no importa, mantenemos nuestros espacios de poder y seguimos gobernando desde abajo (ver foto histórica de El Chile). Es lo “más cómodo y la percepción de poder no se quita”, porque a fin de cuentas es más difícil construir que criticar.
Por eso los orteguistas temen a Lewites, de lo contrario, no hubiesen sacado tantas armas y gruñidos en menos de una semana. Pero, ¿quién es Herty para que le tengan tanto miedo? Viendo en perspectiva todo, pienso que a lo mejor un Bolañazo no sería tan dañino en el seno rojinegro, porque (como apuntaba un amigo) si es una organización política sólida, ésta volverá a constituirse de sus fragmentos dispersos pero renovados, una renovación partidaria que tanto necesita hoy más que nunca, pues el Frente actual nunca ganará las presidenciales, salvo que también lo pacte con los liberales (¿será posible ese descaro?).
En la sed de más poder, Daniel ha confundido el poder (que sí tiene) con la grandeza (que nunca tendrá). Del PLC había esperado de todo, pero nunca pensé que el anillo de acero orteguista tuviera el libertinaje de hacer y deshacer tanto a su antojo, incluso, disipar una victoria que hace dos meses se miraba tan nítida y cristalina. Alguien déme un mapa y una pastilla, que algo en el pecho me duele y me urge salir de la Avenida Tristeza en que estoy atrapado.
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