Viajes por Cisjordania revelan la realidad fúnebre de la ocupación israelí
En el piso superior de una casa palestina ocupada dentro de la ciudad de Hebron, Cisjordania, Yehuda Shaul, un antiguo soldado israelí, se coloca al centro de un grupo de turistas alemanes boquiabiertos, y les habla de cuando dejó correr su lanzador de granadas sobre pistoleros locales.
“Me entrenaron con el lanzagranadas. Esa fue mi misión”, dijo. “Pero estábamos disparando a casas a 800 metros de distancia, entonces era lógico darles a blancos inocentes también”.
Cuando el Sr. Shaul se refiere a blancos inocentes, quiere decir civiles palestinos. Sin embargo, no tiene miedo de contar las historias de sus 14 meses de servicio en el ejército israelí, en Hebrón.
“¿Podíamos disparar granadas sobre áreas donde vivían palestinos? Claro, ¿por qué no?”, preguntó, describiendo muchas acciones del ejército israelí que rompían las propias reglas de combate. “Era diversión. Era tranquilo. ¿Podíamos cerrar 2,000 negocios palestinos con un toque de queda sólo por un capricho? ¿Por qué no?”
En los últimos nueve meses, el Sr. Shaul y el grupo Rompiendo el Silencio que él fundó, han guiado a más de 40 grupos, totalizando 1,200 personas, alrededor de la dividida ciudad de Hebrón, donde 500 colonos judíos viven en el corazón de una población palestina superior a 100,000.
Los turistas no pagan nada, excepto los costos de transporte, pero se les da una realidad sin barreras de los efectos que los asentamientos israelíes en Hebrón (y de los centenares de tropas de combate que los protegen) tienen sobre la población palestina de la ciudad.
“Las patrullas están invadiendo las casas las veinticuatro horas, no para arrestar a terroristas, sino para demostrar nuestra presencia”, dijo el Sr.Shaul. “Entonces irrumpimos en las casas a mitad de la noche, despertamos a todos. A los palestinos no se les trata de la misma manera que a los seres humanos. Es como poner toda tu moral y toda tu educación en una licuadora”, añadió. “Después de un minuto, no queda nada”.
Rompiendo el Silencio es poco popular con los colonos judíos en Hebrón. “Apoyan a los terroristas. Quieren ver a los judíos exiliados y asesinados”, dijo el vocero colono Noam Arnon.
Pero sus viajes tienen una popularidad creciente en el mercado de turismo alternativo israelí, que ha prosperado mientras la violencia mantiene lejos a los visitantes convencionales.
Entre los nuevos viajes ofrecidos están las caminatas a lo largo de la barrera de seguridad, la controversial combinación israelí de muros de concreto y alambradas metálicas que serpentea a través de Cisjordania.
Ir Amim, fundado por el abogado israelí Danny Seidemann, es un grupo que profesa “que Jerusalén, con sus 470,000 judíos y 230,000 árabes, es una ciudad compartida entre palestinos e israelíes”, explicó Sarah Kreimer, una de sus guías.
Los políticos israelíes no están de acuerdo, insistiendo que la ciudad es la “eterna e indivisible” capital del estado judío.
Ir Amim ha guiado docenas de viajes, ofreciendo una inspección fidedigna del muro para judíos de Israel y del extranjero, así como a diplomáticos y políticos.
“Cuando llevamos a israelíes en el viaje, se puede ver que cambian, literalmente”, dijo ella. “Miras una luz en sus ojos”.
No todos los viajes nuevos son críticos de las políticas de Israel. El Centro Jurídico Israelí, que hace trabajos de abogacía para las víctimas del terror palestino, dirige “misiones” de una semana de duración, que introducen a aquellos que pagan en la "realidad de la seguridad" israelí.
“Somos pro-Israel, y queremos traer a gente para que miren la parte fuerte”, dijo el director del Centro, Avi Leitner. “Queremos mostrar cómo funcionan los cruces militares y los puntos de revisión, y no pedimos disculpas. Las personas la pasan fenomenal”.
Cuando Rompiendo el Silencio presentó israelíes a Hossam al-Azzeh en su casa de Hebrón, sin embargo, pocos la pasaron fenomenal. Él les presentó un vídeo de colonos judíos apedreando a colegialas palestinas mientras los soldados no hacen nada.
“Muchos israelíes están conmocionados”, dijo. “Vi que algunos de ellos comenzaron a llorar.”
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