Ellos se están quedando con el relevo generacional
Cuando siendo joven John Milton escribió que la juventud debe mandar en la sociedad, el momificado establishment político inglés del siglo XVI se burló ásperamente. Al recordar esta imagen, es decir, la imagen de un poeta (considerado por muchos el inglés más grande después de Shakespeare) maquinando un pensamiento irrefutable pero a la vez siendo criticado duramente por su sociedad, pareciera que el joven nicaragüense del siglo XXI sufre en carne propia el mismo desprecio del establishment político criollo.
Este desprecio no se manifiesta en insultos ni humillaciones directas (es obvio: no conviene), sino en la subestimación de la clase política hacia la juventud. Bien mencionábamos en el Forodebate “Juventud y Elecciones Municipales 2004” -organizado por Nueva Generación el octubre 6 de 2004- que para los aspirantes al poder, la juventud es sólo la etapa de la alegría y del desenfreno, por lo que, según “ellos”, queda justificado apartar a la juventud de las verdaderas tomas de decisiones. Lo amargo entonces es reflexionar en donde queda el relevo generacional, en especial cuando la vieja generación trata con esa hipocresía a la nueva generación.
El relevo generacional es una de las piedras angulares en la conservación de una sociedad. La palabra relevo viene del ejército: el cambio de tropas cansadas por otras no-cansadas. Por analogía se ha aplicado esta palabra a todas aquellas situaciones en que se sustituyen las personas que en su puesto o función no pueden dar ya todo el rendimiento exigible, por otras de renuevo, que están con todas las energías. Se trata lógicamente de que las nuevas generaciones vayan sustituyendo sucesivamente a las antiguas de manera que el peso de la continuidad de la sociedad recaiga siempre sobre los brazos más fuertes y mejor preparados.
La justificación radica en que las exigencias de los cambios sociales, tecnológicos y económicos globales hacen que una generación tenga que capacitarse más y de forma diferente para actuar en la vida, de manera distinta a la de sus progenitores, con nuevos retos y en diferentes contextos. Lo anterior lo vemos reflejado en el artículo “Relevo generacional: aptitud y actitud” de Lenín Fisher, quien comenta que los partidos políticos deben saber que las nuevas circunstancias y los nuevos problemas necesitan nuevos hombres, nuevos cuadros, nuevas ideas, soluciones nuevas y caras nuevas.
¿Pero qué sucede si los partidos políticos ven a la juventud únicamente como objetos de mercado electoral? ¿Podemos aspirar a un relevo serio y efectivo o únicamente estamos construyendo bombas de tiempo para nuestro futuro?
Fisher apunta que en este proceso gradual e inevitable del relevo la actitud del nuevo liderazgo debe ser incompatible con el servilismo, la adulación y la prebenda. Pero es necesario destacar que en la actualidad estas prácticas son los medios por los cuales se “entra” a la política. Ejemplos sobran en nuestra historia. La continuidad de estas prácticas negativas ejemplifica perfectamente que puede haber un relevo biológico sin que haya un relevo ideológico.
Me permito aclarar que la juventud no reclama que sea insertada automática e irreflexivamente en los espacios de poder. Aclaro esto porque en el foro el candidato sandinista ofreció a la juventud “los cargos políticos en los municipios que quisieran”. Chocho. Esto me recuerda a un diputado que hace un par de años decía que él oía hablar de relevo generacional y a veces se ponía a pensar, “¿es relevo generacional o es una posición de dame espacio?” ¿Realmente los políticos nos consideran tan estúpidos? Espero que no. La juventud busca como ser escuchada, no comprada. Y ser escuchada no significa “apuntar ideas” en papel para luego olvidarlo, como sucede en períodos electorales.
Entonces, ¿a qué se debe esta ruptura en el hilo generacional? ¿Será que los viejos huyen de la juventud? ¿Se cumple la burla de Shakespeare: los viejos desconfían de la juventud porque han sido jóvenes? No creo que sea así.
Si no es desconfianza debemos analizar otras posibilidades. La primera posibilidad es la apatía política de los jóvenes la cual, según CINCO (2001), era superior al 80%. Si 4 de cada 5 jóvenes no está interesado en el tema, ¿qué tipo de relevo generacional se está formando? Si tomamos como referencia el interés electoral juvenil la conclusión es un abismo: no hay indicios de que se esté estableciendo el relevo generacional adecuado.
Bien tenemos claro que los actuales políticos no son inmortales, por lo que el relevo se da se quiera o no se quiera. ¿Qué relevo tendremos en las próximas décadas? ¿Por qué el joven no está interesado?Una posible respuesta la encontramos en la situación histórica en que nace la nueva generación. La nueva generación actual está marcada por múltiples heridas que aún no cicatrizan. El hecho de haber nacido después del terremoto y la guerra entre hermanos (ambas con sus múltiples consecuencias sociales) hace de la nueva generación una generación que busca como olvidar lo sufrido y por ende, una generación pasiva ante las graves dificultades actuales y futuras.
De esta realidad tenemos dos ramificaciones: el joven que busca olvidar y el viejo que no puede olvidar. Así, el continuismo de este enfrentamiento entre los viejos se pasa de las armas de fuego a las armas de la “democracia”. Al joven ni siquiera le interesa ver los toros de lejos. Ergo, el relevo generacional lo está dando (contradictoriamente) la vieja generación. Un círculo vicioso de ideas desfasadas.
Estas situaciones nos llevan a una conclusión evidente: la necesidad de transmitir ideas en un diálogo intergeneracional de doble vía es de suma importancia. El tema ya ha sido planteado en innumerables ocasiones. Sin embargo, este diálogo honesto y desinteresado parece ser más una utopía que una realidad posible. Nuevamente, ¿por qué será?
Para un verdadero relevo generacional las dos generaciones (la que es relevada y la que releva) deben trabajar juntas. La generación a relevar debe proveer los mecanismos de forma tal que haya una información, difusión y sensibilización en torno a la importancia de la participación política de la juventud en general. Le corresponde impulsar foros de opinión y discusión para recoger propuestas políticas de la voz de sus protagonistas, la juventud, así como talleres participativos para discutir propuestas políticas y la posibilidad de su puesta en práctica. La generación que releva debe conocer desde la niñez el entorno en que vive, comprendiendo las obligaciones y sacrificios. Conociendo la realidad, el joven aprende a amarla y reconoce más fácilmente las salidas a sus problemas. Hay tantas cosas por hacer pero aparentemente poca voluntad para hacerlas. Ellos se están quedando con el relevo.
El relevo generacional es tarea urgente de todos. En caso que descuidemos nuestro futuro, seguiremos perpetuando el presente que tanto criticamos y las palabras de García Márquez (En El amor en los tiempos del cólera) se harán realidad:
“Voy a cumplir cien años, y he visto cambiar todo, hasta la posición de los astros en el universo, pero todavía no he visto cambiar nada en este país. Aquí se hacen nuevas constituciones, nuevas leyes, nuevas guerras cada tres meses, pero seguimos en la Colonia”.
¿Queremos seguir realmente en la Colonia?
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