Y ahora, ¿quién podrá defendernos?
En un humor chapulinesco…
¡Tengo la solución para la crisis que atravesamos en Nicaragua! Esa solución que usted, yo y los 5 millones y pico de nicaragüenses (y que no somos políticos), ¡andamos buscando desde hace rato! No, no, no. No bromeo. Estoy siendo de lo más serio posible. Síganme los buenos, sé que esto a usted también le interesa.
Imagine primero la recordada musiquita clásica de fondo y la voz en off: “Más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, ¡su escudo es un corazón! Es… ¡el Chapulín Colorado!”.
(…nada ocurre. Cri, cri, cri, cri, cri de grillos en la lejanía.)
Ante el abandono, autor del artículo tan estremecido como el lector. El llamado de auxilio se ha hecho y el héroe no ha aparecido diciendo “¡Yo!”, y no se le ha escuchado completar “El Chapulín Colorado” (quizá porque no había luz para mirar el programa), y por supuesto el Chapulín no ha dicho “¡no contaban con mi astucia!” (acaso porque no pudo llegar, no había buses en la calle), para luego no vérsele caer por ninguna ventana (porque tampoco había ventana; en el último episodio se dañó y como toda escenografía nica no hay dinero para reponerla, pues el Chapulín no trabaja para el Estado). Cri, cri, cri, cri, cri… nuevamente.
Entonces, un silencio aterrador, sólo semejante al calor infernal del trópico, completa el cuadro de desolación. Aparentemente el autor de este artículo ha mentido. No tiene la solución a la crisis. Round 1: gana la crisis. (Favor leer el siguiente artículo a la par de éste).
¡Momeeeeento!
¿Es en serio que nos estamos quedando sin Chapulines Colorados en esta historia? ¿Cómo es posible? ¿Y entonces ahora qué sigue en este digno material de best-seller vendible desde las populosas esquinas del Bronx hasta las baldías calles iraquíes? No, no, no. No abandone lector este artículo. Estoy jugando: aún tengo la solución, claro que la tengo, pero antes de seguir pretendo dibujar la seriedad de la situación usando a Saramago (sin permiso pero con mucha admiración): la democracia es una fachada detrás de la cual sólo hay unas cuantas vigas carcomidas por la polilla, llenas de polvo y excrementos.
¿Idiay? ¿Acaso los griegos no ponían a la democracia como lo más lindo del universo? Claro, sólo que aquí en Nicaragua nos han estado dando atol con el dedo por buen tiempo. ¿Cómo será de noble esta nación llamada Nicaragua que la han tratado de destruir por tantos siglos y aún no lo han logrado?
Tristemente, como el lector sabe, seguimos en más de lo mismo que hemos surcado durante toda nuestra historia. La crisis política, junto con sus primas-hermanas crisis económica y crisis social, dibujan un escenario a primera vista nada alentador. Y aún no aparece el chocho Chapulín Colorado que se prometió al inicio de este texto; menos el autor de este artículo presenta su supuesta solución. Es un mentiroso, sin duda.
Noooo. Aquí va la solución. Es tiempo –una vez más, siempre es tiempo- de despertarnos de esa apatía y letargo en que hemos desembocado como nación. Todo esfuerzo será retribuido con creces por nuestros hijos y nietos. Como pueblo es hora de buscar puntos de cohesión que nos conecten y no aquellos que nos fragmenten. El pueblo, unido, jamás será vencido, gritaba la letra, y mucha razón debe tener porque ya lo hemos demostrado en cuanta ocasión el pueblo nicaragüense ha debido hacerlo. ¿Por qué no ahora?
La cuestión es simple: sólo cuando como pueblo unido despertemos de este letargo y comprendamos que aquellos políticos oportunistas que se autoproclaman héroes en medio de la crisis (y que vale la pena evidenciar que ya han salido muuuuuuchos hasta la fecha, cada quien con la capa sobre la espalda y la espada de plástico en una mano) no tienen nada de salvadores, sino todo lo contrario. Si ellos tienen un CH en sus pechos, no es de Chapulín sino de ¡Chanfles!
Cuando entonces nos reencontremos con nosotros mismos, y nos apropiemos como únicos constructores de nuestros destinos, como únicos salvadores y héroes de la situación actual, sólo en ese momento, esta historia de crisis y luchas políticas tendrá su punto final. O al menos un descanso, que ya tanta falta hace la tranquilidad de respirar sin preocupación y poder tomar un pinolillo sin estresarnos al ver las noticias.
Así que si el lector ha llegado a esta última línea y aún quiere a un Chapulín Colorado que le saque de este laberinto, primero se le agradece su atención a este artículo chapulinesco y a continuación, lo solicitado: la respuesta prometida en la primera oración de este texto la encontrará en su espejo más cercano. Disfrútela, úsela y no olvide jamás que es suya y no de otros, que eso es sobretodo lo más valioso.
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