¿El presidente en el laberinto de Dédalo?
Dialogar sobre si el destino del presidente Bolaños en los próximos meses será la actual Presidencia de la República o bien alguna galera del Sistema Penitenciario (incluido el Hospital Militar, claro está) y/o el Raizón (al estilo El Chile) resulta una tarea tan temeraria y arriesgada como fascinante, pues la prueba de fuego de un político no es como desarrolla el rol que él mismo se ha inventado, sino la maestría con que juguetea el rol que las circunstancias le han asignado: el poder, como la dinamita, si no se cuida, puede detonar en las manos de uno mismo.
¿Cuál es el destino de don Enrique? Para responder, debemos situar a don Enrique como epicentro (o al menos cerquitita) de los últimos sucesos políticos, los cuales nos terminan de confirmar que nos dirigimos irremediablemente a lo más catastrófico posible: más de lo mismo. Poder y ansias de más poder, binomio perfecto. Las dos grandes fuerzas ahora reunidas en el repacto (versión 2004) como el gran anti-demos-cratos: un monstruo amorfo y bicéfalo acomodado en la terquedad e insensibilidad que viene atada al poder. ¡Ay de los pueblos gobernados por un Poder que ha de pensar en su propia conservación! (J.L.B.)
Bolaños, en términos de poder real ejercido, ha demostrado ser una pequeña hormiga tratando de combatir dos (en uno) elefantes omnipotentes. Circunstancia bastante compleja e incómoda, dado que: a) el partido que lo llevó al poder guarda un rencor a lo que ellos llaman una “traición imperdonable”, por lo que cualquier oportunidad de sacarlo de Casa Presidencial es bienvenida; b) el mismo FSLN no ha guardado las intenciones de removerlo, pero el hecho de colocar en la silla presidencial a un libero-constitucionalista es lo único que los detiene, haciendo respirar el tema de los delitos electorales al menos por unos días más; c) los ataques y epítetos de la sempiterna rivalidad PLC-FSLN, cuando se trata de Bolaños, se transforman en un toro yendo hacia la misma dirección; y d) para remate, el hecho de crear un partido no le resolvió mucho, amén de los rumores sobre una futura ruptura de la alianza para los próximos comicios.
El tema de los delitos electorales ya lo comentábamos en “Don Enrique: la corrupción y el banquete de Damocles” (END, Página de Opinión. Noviembre 15, clic aquí), y llegábamos a la conclusión que será determinante quien gane la presidencia de la Asamblea en enero próximo, pues de ganar el FLSN el acomodo del rompecabezas encajaría perfectamente para una destitución de la fórmula presidencial, colocando a los rojinegros en la Presidencia de la República.
Referido al tema de la CGR, es obligatorio agregar –como comentaba un amigo- la creciente inquietud y molestia de la opinión pública con respecto al silencio de don Enrique frente a los requerimientos de la Contraloría. El comentario gira sobre que si bien es cierto que la ley es ambigua y deja grandes espacios abiertos para interpretaciones, espacios donde el Presidente se ha protegido, también es cierto que el tema amerita sentarse a discutirlo y no “huirle”.
¿Será válido decir que don Enrique se está quedando sólo? No cuenta con el apoyo de ningún partido político mayoritario, ni con el de la opinión pública y el pueblo, aparentemente ya cansado de la tan llamada “democracia” como sinónimo de conflicto. Y ahora, ¿quién podrá defender a Bolaños?
Falta actualizar la situación, pues sin olvidar las afirmaciones anteriores, debemos colocar en el escenario una nueva pieza intrigante: el caso de la destrucción de los SAM-7, otra puerta perfecta para darle más dolores de cabeza al presidente. Tanto el PLC como el FSLN han dicho que por haber destruido los misiles, Bolaños no sólo tendrá que pagar de su propio salario el precio de los misiles volados (unos US$ 10 millones), sino que además será procesado por un sinfín de pretextos jurídicos que irían desde desacato (del amparo presentado ante Apelaciones para impedir la eliminación de éstos, el cual ya se aclaró que no tiene lugar), hasta delitos contra la Constitución, la seguridad y el orden interior, así como por violentar los principios de reciprocidad y armonía constitucional, lesionando la soberanía nicaragüense, al dejar desabrigados los medios de defensa nacional. El análisis jurídico en este caso sobra, pues lo claro, lo evidente, lo palpable, es el deseo enorme de remover a Bolaños de su cargo. ¿Se logrará?
Bolaños aún cuenta con el respaldo de la Comunidad Internacional, así como de EmbUSA, pero cada día su poder va reduciéndose hasta en el propio papel. Justamente ayer fue aprobada la Superintendencia de Servicios Públicos, que troza el poder a don Enrique sobre esta área y, es cuestión de días para la consumación de la primera etapa de la reforma constitucional que implantará el parlamentarismo de facto, el cual se confirmaría a inicios de la próxima legislatura. Precisamente el tema del parlamentarismo es el que debe ser analizado. De sentar las reformas anunciadas (y quien sabe cuáles otras), Bolaños puede dejar de ser un obstáculo en las pretensiones partidarias del repacto y, porqué no, salir ileso de este huracán. ¿Qué decidirá un Bolaños maniatado?
Es perceptible que las próximas semanas serán más que determinantes para don Enrique, y las consecuencias no sólo caerán sobre él sino sobre todo el pueblo nicaragüense. Sólo nos queda recordar a Lord Acton: el poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente. Así, quien dijo que al poder le ocurre como al nogal, ya que no deja crecer nada bajo su sombra, tenía razón. ¿Está Bolaños atrapado en el laberinto diseñado por Dédalo, ese mismo en donde se encuentra el Minotauro mitad hombre, mitad toro, comedor de hombres? ¿Encontrará Bolaños su hilo de Ariadna? En las próximas semanas lo sabremos.