«La verdadera Frida Kahlo desaparecerá»
El escritor mexicano Mario Bellatin es dueño de una de las narrativas más interesantes y experimentales en la actualidad. Premio Xavier Villaurrutia y Mazatlán de Literatura, finalista del Médicis y merecedor de la beca Guggenheim, en su extensa bibliografía destacan Salón de belleza (1994), El jardín de la señora Murakami (2000), Flores (2000), Shiki Nagaoka: una nariz de ficción (2001), Perros héroes (2003), Lecciones para una liebre muerta (2005) y El gran vidrio (2007).
Para platicar con Bellatin llegamos a Xalapa, a la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), organizada desde 1994 por la Universidad Veracruzana con el objetivo de difundir el material bibliográfico iberoamericano. Con este escenario idóneo, el también fundador de la Escuela Dinámica de Escritores presentó Las dos Fridas (2008), un trabajo biográfico sobre Frida Kahlo (1907-1954) en que juega con la escritura paralela y convierte la semblanza de la pintora en un viaje en busca de una mujer idéntica a ella que le han dicho vive en un lejano poblado, donde tiene un puesto en el mercado local. “Me tentó entonces sobremanera la idea de hacer la biografía de una persona viva antes que de una persona muerta”.
Frida Kahlo y sus perros itzcuintli, foto de Lola Álvarez Bravo (1944).
El viaje para encontrar a la otra Frida es el eje sobre el cual Bellatin narra episodios de la vida de la artista, tan popular pero desconocida, pues a más de medio siglo de su muerte –señala-, “la historia de Frida Kahlo es la historia que ella mismo dejó, el mito construido por el mito”. Comisionado a Bellatin por CONACULTA para un público juvenil, el libro fue un reto para el autor, ya que la propia figura de Kahlo es harto conocida. Lejos de dificultar el trabajo, la situación fue aprovechada creativamente.
Mario Bellatin y la EDDE
Mario Bellatin fundó la Escuela Dinámica de Escritores en 2001, proyecto sui géneris donde lo único prohibido es escribir, pues no se enseña lo que no puede enseñarse: a ser escritor. “Antes de enseñanza y aprendizaje, encuentro y diálogo de experiencias artísticas”, enfatiza Bellatin. ¿A qué va uno, entonces? A dialogar, a cazar excusas que amplíen el mundo sensible a través del contacto directo con creadores de diferentes disciplinas. Porque si bien no se puede enseñar a escribir, sí se puede acercar al discípulo a las otras formas de creación artística, dado que todas comparten un origen común. “No es extraño que pidamos a nuestros alumnos calzar zapatillas de ballet, hacer esculturas, tocar un instrumento musical”. En 2007 el Fondo de Cultura Económica y la EDDE publicaron el volumen El arte de enseñar a escribir (302 pp), donde se recogen más de treinta textos breves de los discípulos.
NAC: Mario, ¿qué es la EDDE?
MB: Es una experiencia ambiciosa –actualmente en receso-, una escuela que no existe en el mundo; de alguna manera construida a la medida de la escuela a la que yo hubiera querido ir, donde la premisa inicial es que no se puede enseñar a escribir, por eso se debe hacer una escuela. A lo largo de dos años treinta personas aspirantes a la escritura conocen a cincuenta y dos maestros durante seis horas cada uno, para producir juntos un proyecto no sólo de literatura pero además de otras áreas. El modelo es replicable, pero tiene que ser igual, no más ni menos maestros ni alumnos.
NAC: ¿Qué se le pide al alumno?
MB: A los alumnos no les pedimos nada, excepto asistencia y puntualidad. Después no nos interesa saber si escribieron o no, si ganaron tal premio o no.
NAC: ¿Qué diferencia a la EDDE de cualquier otro taller o curso similar?
MB: En que nuestro énfasis radica en los maestros, y en la lista de nuestros maestros han pasado escritores y artistas de otras áreas, de México y del extranjero.
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Ese mito que inició el propio día de su cremación en el Palacio de Bellas Artes, donde dicen que Frida se sentó en medio de la hoguera mientras el poeta Carlos Pellicer le recitaba “Vivirás eternamente en la Tierra Viva”: Siempre estarás sobre la tierra viva, / siempre serás motín lleno de auroras, / la heroica flor de auroras sucesivas. Un mito arraigado que, como bien comparte en nuestra conversación la escritora brasileña María Alzira Brum Lemos, a diferencia de la biografía de cualquier persona que también es ficción, Las dos Fridas aborda una persona cuya ficción se volvió la ficción de todo un país y de una época.
Mucha razón tiene María Alzira: cuando en 2007 se cumplieron 100 años de su nacimiento las reproducciones, muestras, eventos y homenajes desbordaron todos los rincones. El “Frida Kahlo 1907-2007. Homenaje Nacional” organizado en el Palacio de Bellas Artes fue la mayor muestra sobre Frida de todos los tiempos, exhibiendo más de trescientas piezas, entre óleos, acuarelas, grabados, dibujos, cartas y fotografías. Rompió récord de asistencia en Bellas Artes y para cualquier muestra en suelo mexicano. Y aquí aflora la crítica de Mario Bellatin:
Las dos Fridas, ilustrado con fotografías que el propio autor tomó con una cámara estenopeica, cumple la descripción que Bryce Echenique hiciera de las novelas de Bellatin, “funciona siempre, es eficaz y sobria”. Y así Bellatin insiste que es tiempo de devolverle al lector la libertad de recrear sus propios universos, “por eso trato que los textos simulen aparecer de la nada”, aunque los registros del viaje-eje del libro demuestren la veracidad de la “otra Frida”.
Una joven sostiene un ejemplar en sus manos mientras se acerca a Mario y me distraigo. El texto de contratapa me pellizca, y lo recuerdo horas antes mientras terminaba de leer Las dos Fridas:
Becario FONCA del Programa de Residencias Artísticas para Creadores Iberoamericanos en México 2009.