Aquellos dos días contra la corrupción

(Publicado en Artículos el 8 de agosto, 2004)

(A propósito de la Convención Interamericana Contra la Corrupción. Managua, julio 8 y 9)

 

Señor, ¿hay corrupción en su país? – le preguntaron.
El delegado nicaragüense miró al piso y guardó silencio.

 

CorrupciónA inicios de esta semana – de manera sorpresiva – el ingeniero Bolaños decidió que la lucha contra la corrupción dejaba de ser prioridad en la agenda presidencial, pues la “percepción” del pueblo era que el Gobierno “ya no era corrupto”. ¡Váyase a ver tremenda lógica! Si el pueblo piensa que somos la primera potencia mundial, ¿realmente lo somos? Ja. ¿Recuerda el presidente aquellos dos días completos de agotadora “lucha contra la corrupción”? ¿Esos que fueron facturados dentro de un lujoso centro de convenciones en la misérrima Managua, a pesar de que somos segundos entre los más pobres de América Latina? ¿Recuerda esas magnificencias nuestras? No importó que la CEPAL (según C. Tünnerman) advirtiera que el 44% de la población latinoamericana – 227 millones de bocas – vive en la pobreza y más del 20% en la extrema miseria. ¿Y es necesario mencionar cuanta pobreza “aportamos” a esas cifras?

Ya sabíamos que la corrupción afecta la inversión y el crecimiento: el dinero no llega a sus verdaderos destinatarios. La memoria es fresca con la encuesta en que un 90% de los latinoamericanos dijo que la corrupción se ha tornado en "un problema de los sistemas y no simplemente de personas corruptas". También era conocido que urge adoptar medidas para asegurar la transparencia en el manejo de fondos públicos y la rendición de cuentas. La CICC nos recordó lo anterior, aunque dos siglos de nuestra historia ya hablan por sí solos: las palabras el viento y el tiempo se las lleva muy fácilmente.

Llegamos así a la pregunta: ¿sirvió realmente la CICC? La noticia a nivel mundial tuvo como titular “Decepción entre delegados a Convención contra corrupción en Nicaragua”. Se señalaba que fue un evento de respaldo al gobierno y no a los pobres. ¿Y de quién es la corrupción? ¿Del pobre o del rico? Noooooo, señores, favor dejar la ingenuidad en la entrada de la oficina estatal más cercana, junto con la propina de siempre. ¿Nos ayudó la CICC a recordar que Transparencia Internacional, hace un par de años, nos ubicó con la más baja calificación de transparencia entre 65 países evaluados con un 3/10, casi 2/10? ¿Es necesario recordar que también hace poco salimos “premiados” con un ex-presidente entre los 10 más corruptos del mundo? La memoria es breve y largo es el olvido.

Más preguntas flotan en el aire: ¿puede darse esta lucha contra la corrupción cuando Bolaños tiene cuentas pendientes con la justicia, la que huye con su inmunidad? ¿Se puede cuando es señalado de conocer los desvíos de dinero hechos por Alemán, así como de haber recibido fondos estatales para su campaña electoral? ¿Se puede? Una posible solución estaría en una población educada y sana, como lo prueba Alemania y Japón después de haber perdido la II Guerra Mundial. Pero Nicaragua lastimosamente es la excepción a toda teoría.

¿Acaso no somos nosotros los que tenemos un Ministro de Educación que “sueña” con dar bicicletas a los maestros y no así mejores salarios? ¿Dónde piensa nuestro Ministro que éstas terminarán? Seamos francos, señor De Franco: los maestros no comen el metal frío y el caucho inmasticable de la bicicleta. ¡Burlarse de la necesidad de los maestros es corrupción! Y a nuestro Ministro de Salud mejor ni lo mencionemos: aparece únicamente cuando están cerca las cámaras y medios de comunicación.

¿El PIB per capita de un nicaragüense promedio? $370 ANUAL. Un diputado gana 14 veces esa cifra… ¡al mes! ¿Cuántas veces gastó esa cantidad Bolaños en su gira de unos días a la boda real en España? ¡Eso es corrupción! ¿Población bajo línea de la pobreza? Más del 50%. En un país con tantos recursos naturales, ¡eso es corrupción! ¿Nuestro analfabetismo? Dan ganas de llorar por la rabia. La democracia se ha vuelto una quimera reflejada en una cueva de ladrones que no sirven para nada y que sólo roban a los pobres.

¿Cuánto dinero se invirtió en la CICC? ¿No se le pudo haber dado mejor uso a ese dinero? ¡Ey!, no nos vayamos tan lejos, ¿acaso el gobierno ya olvidó tan rápido el desastre y las necesidades del cerro Musún? ¡Señores, estas personas tampoco comen ni se visten con promesas contra la corrupción! Y eso, olvidarse del pueblo, es corrupción.

CorrupciónHablemos de transparencia. Bolaños mintió a CNN a inicios del año pasado cuando aseguró que su salario era de 5 mil dólares. Se le “olvidó” que el presupuesto del 2003 le asignaba un salario de 10 mil 700 dólares, más una pensión vitalicia de 8 mil 600 dólares de exvicepresidente (ingreso total: ¡19 mil 300 dólares mensual!). Y ¡ojo!, porque cuando termine su mandato actual recibirá: pensión de exvicepresidente + pensión de expresidente + salario de diputado a la Asamblea Nacional + salario como diputado parlacénico. ¡Eso es corrupción! ¡Tanto salario dentro tanta pobreza es corrupción! ¿Se necesitan más cifras? Los ministros y viceministros nicaragüenses devengan entre 100 mil y 80 mil córdobas al mes. ¿Y los magistrados de la CSJ y del CSE? ¡Ni hablemos! La comparación en cifras es sencilla: pagamos como país supermegadesarrollado pero somos 70 veces 7 más pobres (a excepción de Haití) que cualquier país del Continente. ¡Eso es corrupción!

Seamos sinceros, cuando falta algo, otra cosa lo reemplaza. Donde no se obedece la ley, la corrupción es la única ley. La virtud, el honor y la ley se han esfumado de nuestras vidas. Recordemos al Coronel garcíamárquezco: en su casa había hambre, su mujer era un saco de huesos comidos por la tos asmática. Contra el hambre, contra los reclamos de la esposa que repite como disco rayado ¿qué comeremos?, la respuesta del Coronel es punzante: comeremos mierda. Así estamos los nicaragüenses. Y eso, señores del gobierno, es corrupción. Si no lo aceptan abiertamente, al menos no hagan como el delegado en la CICC, que ante la pregunta de un homólogo extranjero, sobre si había o no corrupción en nuestro país, sólo tuvo una manera de disimular: mirar hacia el piso y guardar silencio. ¿Qué quiso decir con eso? Ya todos sabemos la respuesta.

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© Ulises Juárez Polanco v4 | JP, MD, y UJP | 2,521,078 visitas desde 21/09/2011
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